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    Changer la ville, changer la vie!Henri Lefebvre

    Qu Derecho a la Ciudad?Ahora somos todos seguidores de Lefebvre, si a esto se le puede llamar serlo. Porque seha reivindicado a Lefebvre con distintos fines desde colectivos muy variados, incluyendo amarxistas, heideggarianos y nietscheanos,as como anarquistas, postmodernos y liberales

    Henri Lefebvre y la revolucin de la vida cotidiana,la ciudad y el Estado

    PGINAS 25-39

    HENRILEFEBVREANDTHEREVOLUTIONOFEVERYDAYLIFE,CITYANDSTATE1

    Kanishka Goonewardena

    Fecha de recepcin: 15.05.2011 Fecha de aceptacin: 18.07.2011

    RESUMEN

    Buena parte de las influyentes lecturas de Henri Lefebvre desarrolladas en el mundo anglosajn han sido parcialesy han reflejado de forma invariable preocupaciones meramente disciplinares y acadmicas o las modas intelec-tuales dominantes en un determinado perodo; es el caso de la crtica de la economa poltica de su pensamientourbano a principios de los 70 o la lectura geogrfico-postmoderna de La produccin del espacioa partir de losaos 80, que an persiste en un Tercer Espacio. El resultado es que muchos Lefebvres viven hoy con nosotros,veinte aos despus de su muerte, incluido un Lefebvre liberal-demcrata responsable de las interpretaciones msedulcoradas del Derecho a la Ciudad, completamente afines al status quo. Argumentando contra estas lecturasdes-radicalizadoras, el presente ensayo intenta revivir el espritu revolucionario de su trabajo sobre las ciudades, laurbanizacin y el espacio, no a travs de una exploracin histrico-intelectual al uso de toda su obra, y no sin so-

    meterlo al juicio crtico all donde sea necesario, sino recuperando el sentido del animal poltico radical y el esprituanti-filosfico que Lefebvre fue. Mostramos aqu, sin concesiones, a un Lefebvre humanista y marxista heterodoxoa travs de una exgesis crtica de los conceptos con los que contribuy ms originalmente al marxismo y con loscuales teoriz lo urbano: vida cotidiana, Estado y totalidad.

    PALABRAS CLAVE

    Urbanizacin, revolucin, marxismo, vida cotidiana, Estado, totalidad.

    ABSTRACT

    Many of the influential readings of Henri Lefebvre in the Anglo-American world have been partial and invariablyrefracted through prevailing intellectual fashions and academic-disciplinary preoccupations, such as the political-economic critique of his urban thought in the early 1970s and the postmodern-geographical reading of The Pro-duction of Spacefrom the 1980s onwards, which still lingers on in Third Space. Consequently, many Lefebvresare alive with us today, twenty years after his death, including a liberal-democratic one that is responsible for themildest interpretations of The Right to the City amenable to the status-quo. Arguing against such de-radicalizing

    readings, this essay attempts to revive the revolutionary spirit of his work on cities, urbanization and space, not byway of a traditional intellectual-historical survey of the entirety of his oeuvre, and not without subjecting him tocritique wherever necessary, but by recovering a sense of the radical political animal and anti-philosophical spiritthat was Lefebvre. Here Lefebvre appears without apologies as a humanist and heterodox Marxist, along withcritical exegeses of those concepts he contributed most originally to Marxism, and with which he theorized theurban: everyday life, state and totality.

    KEYWORDS

    Urbanization, Revolution, Marxism, Everyday Life, State, Totality

    1 Me gustara agradecer a Stefan Kipfer y Andrew Shmuely su ayuda en una versin previa de este ensayo, quese basa por lo general en mis trabajos previos y en curso, entre ellos The Urban Sensorium (Goonewardena,2005) y Henri Lefebvre (Goonerwardena, 2011). Associate Professor & Director, Program in Planning, Department of Geography. University of Toronto (Esta-dos Unidos), kanishka. [email protected].

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    de variadas denominaciones. Su nombre es invocado de forma sistemtica en los debates so-brela vida cotidiana,las polticas urbanas y la teora del Estado, a la vez quedeterminadosaspectos de su obra aparecen en la vanguardia de distintas disciplinas acadmicas desde lasociologa a la arquitectura, desde la geografa a los estudios culturales aunque curiosa-mente, no tanto en filosofa, la disciplina con la que estuvo mssistemtica y crticamente

    comprometido.Sin embargo es poco probable que esta enorme variedad de apropiacionesde su obra hubiera gustado mucho a Lefebvre. Un buen ejemplo es la reciente popularidaddel concepto Derecho a la Ciudad, que actualmente es un lugar comn en el mundo de losestudios urbanos, el planeamiento y la arquitectura invocado tanto por David Harveycomo por el Banco Mundial, con intenciones radicalmente divergentes. Como es imposibleestar de acuerdo simultneamente con el Banco Mundial y David Harvey, nos debemospreguntar: cmo ha podido el Banco Mundial domesticar el Derecho a la Ciudad en unmarco de democracia (neo)liberal, cuando de hecho el programa poltico especfico de Lefe-bvre, expresado en este eslogan hoy tan popular, era sencillamente cambiar la ciudad paracambiar el mundo (changer la ville, changer la vie!)? Ha sido posible despolitizar el Derechoa la Ciudad y olvidarse de cambiar el mundo al igual que ha sido posible dar una nuevaimagenal concepto hegeliano-marxista de sociedad civil entendido en trminos de lucha so-

    cial, transformndolo en instrumento tcnico para la vanguardia del desarrollo neoliberal(ONGs), o transformar la concepcin anarco-socialista de democracia radical devenida enmanual de formacin en participacin y resolucin de conflictos equiparando una no-cin descafeinada del derecho a la ciudad con una respetable lista de derechos liberales quehan coexistido con el capitalismo ms o menos pacficamente desde las Guerras Mundiales.Si somos capaces de leer los trabajos que realiz Lefebvre sobre el espacio, relacionndoloscon el resto de su obra especialmente con sus contribuciones a la comprensin de la vidacotidiana y lo global (Estado y capital) como niveles de la realidad social condicionadospor lo urbano advertiremos el engreimiento y oportunismo del derecho a la ciudaddemocrtico-liberal como lo advertimos en otros derechos, incluyendo el derecho a bom-bardear ciudades en nombre de los derechos humanos.Aproximndonos a Lefebvre deuna forma holstica, vemos, veinte aos despus de su muerte, cmo Lefebvre argira que

    algunos ms que usar sus ideas han abusado de ellas y dejara claro por qu no es amigo detodos, ni puede justificar cualquier ideologa.

    La obra de Lefebvre

    Para ser justos con los mltiples seguidores del Derecho a la Ciudad y con sus muydistintas interpretaciones de esta obra, se debe reconocer que comprender a su autor no estarea fcil. Durante un periodo de ms de seis dcadas Lefebvre escribi unos setenta librosy un nmero incluso mayor de ensayos cortos sobre una impresionante variedad de temas.De hecho, se puede afirmar que estuvo profundamente comprometido en todos los grandesdebates de la vida poltica e intelectual francesa del siglo XX, y que hizo contribucionesoriginales a alguno de ellos primero durante las tres dcadas en las que form parte del

    Partido Comunista Francs (PCF) (1928-1958) y despus durante otras tres fuera de l(1958-1990). En este empeo Lefebvre podra presumir de haber divulgado el marxismoen Francia, de haber desarrollado los conceptos de vida cotidiana y Sociedad Burocrticadel Consumo Controlado, de haber examinado la lingstica, analizado el psicoanlisis,dado clases de msica, teorizado sobre el espacio, propuesto la autogestiny el Derecho ala Ciudad, y estudiado el tiempo mientras tambin daba a conocer sus puntos de vistasobre los temas dominantes del pensamiento francs, a travs de polmicos anlisis delsurrealismo, el existencialismo, el estructuralismo, el postestructuralismo y de los as lla-mados finales de la ideologa y de la historia. Lefebvre fue un pensador prolfico, eclcticoy original, sin duda, pero no siempre conciso o sistemtico. Como escritor fue en algunosmomentos brillante y lcido, pero a menudo tambin peripattico e incmodo de leer en la

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    vertiente escrita de su conocimiento poltico-filosfico. Lefebvre requiere una prolongadacapacidad de atencin, y una comprensin global, que no se encuentran en abundancia enla academia anglo-americana acostumbrada a la lectura de captulos y artculos ms que delibros y obras completas. No es sorprendente que la mayor parte de lecturas de Lefebvre, enparticular dentro de las disciplinas espaciales, sigan siendo parciales y que las apreciaciones

    holsticas de su obra sean raras.

    Poltica Revolucionaria

    Aqu radica un problema, especialmente para los estudios urbanos, que no se deberani obviar ni atribuir nicamente al estilo idiosincrsico de Lefebvre y al amplio alcance desus obras. A lo largo de su vasta y voluminosa produccin literaria, es posible percibir unanotable consistencia, tanto metodolgica como poltica, en todos los temas sobre los queescribi. Lo que permanece invariable en Lefebvre a travs de todas las vicisitudes polticasdel ltimo siglo, es sobre todo su compromiso con un marxismo humanista y anarquista,severamente crtico con las tendencias economicistas y burocrticas tanto del PCF, comode los socialismos reales de los pases miembros del Consejo de Ayuda Mutua Econmica(CAME), y firmemente orientado hacia la revolucin. Sin embargo esta parte esencial de laobra de Lefebvre marxismo y revolucin an no se ha hecho constar con suficiente cla-ridad en una academia anglo-americana deslumbrada por el postmodernismo de los aos 80y 90, coyuntura en la que los lectores de habla inglesa comenzaron a conocer algunas partesde su trabajo mediante traducciones y referencias. Con anterioridad a sta, la atencin quela incipiente corriente de economa poltica urbana de los 70 dedic a Lefebvre tampocoayud mucho en este sentido, dado su punto de vista poltico-econmico, que en retrospec-tiva parece un marco de referencia ms limitado que el que aporta la propia investigacinde Lefebvre sobre produccin del espacio. Al igual que el marxismo no se puede reducir a laeconoma poltica precisamente porque incorpora una crtica radical de la economa polti-ca, el concepto de produccin del espacio de Lefebvre es ms amplio que cualquier econo-ma poltica del espacio, y a la vez incorpora una crtica fundamental a sta: una crtica delpapel que juegan tanto el capital como el Estado en la creacin del espacio. Sin embargo,

    gracias a los esfuerzos recientes por comprender la totalidad del pensamiento de Lefebvre,actualmente es posible no slo insistir en los temas recurrentes de su fascinante trayectoriaintelectual y poltica, sino tambin apreciar sus contribuciones a la comprensin del marxis-mo y la revolucin, sin los cuales cualquier intento de apropiarse de su pensamiento urbanoquedara empobrecido sustancialmente.

    Marxismo heterodoxo

    Adaptando una clebre frase de Jean-Paul Sartre, se puede decir que Lefebvre fue sinduda un filsofo marxista iconoclasta del siglo XX, pero tambin que no todos los filsofosmarxistas iconoclastas del siglo XX fueron Lefebvre. De hecho, las diferencias y similitudesentre Lefebvre y otros exponentes destacados del marxismo en la Europa contempornea

    ayudan a ubicarle en la especificidad del contexto poltico e intelectual francs, a la vez quemuestran cmo ensanch los lmites del marxismo en ese pas, aderezando en ocasiones suherencia hegeliana con elementos de Schelling, Nietzsche y Heidegger. Qu es entonces loque distingue la lectura que hace Lefebvre de Marx, y que constituye un ncleo inaltera-ble en toda su obra? En el prefacio de 1961 a la quinta edicin francesa de MaterialismoDialcticoLefebvre identifica los conceptos clave de Marx que suscitaron por primera vezsu atencin en los aos 20 y 30, y que se estaban comenzando a suprimir en aquellos mo-mentos del marxismo oficial de la URSS y del PCF: alienacin, praxis, el hombre total y to-talidad social. El compromiso inquebrantable con estas categoras tericas que incorporanuna fuerte carga poltica alent no slo su identidad heterodoxa, en comparacin con lospartidos de la Internacional Comunista durante el ltimo siglo, sino tambin su palpable

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    desagrado por las modas intelectuales dominantes en la izquierda francesa de postguerra, enparticular el estructuralismo y el post-estructuralismo. La enrgica oposicin de Lefebvre alantihumanismo terico de estas ltimas corrientes defendido por Louis Althusser, MichelFoucault y Jacques Derrida, con los que comparti intereses como ideologa, poder y len-guaje vuelve filolgicamente insostenible la visin parcial que los angloamericanos tienen

    de l como estudioso postmoderno del espacio.Tambin pone en cuestin la coherencia desu apropiacin selectiva de Heidegger y Nietzsche, pensadores situados claramente para suslectores ms rigurosos dentro de una problemtica anti-humanstica, a la que l se oponafirmemente. Lefebvre a diferencia de Derrida o Foucault no parece haber recibido lafamosa Carta sobre el humanismode Heidegger.

    Usos de la alineacin

    Si Lefebvre era una clase peculiar de marxista, esa peculiaridad tena que ver por unaparte con un cierto eclecticismo intelectual, marcado por su predileccin por asaltar lasneveras filosficas de Nietzsche, Heidegger y diversos filsofos, con el fin de hacer acopiode alimento para su propio pensamiento romntico-revolucionario; y por otra parte conuna asombrosa originalidad en el estudio de la modernidad urbana como fenmeno glo-bal estimulado por el Estado y el capital, en todo ello vemos una serie de contribucionesnovedosas al marxismo en particular y a la teora crtica en general. Las innovacionesconceptuales resultantes se centraron sobre todo en la vida cotidiana, la urbanizacin, elespacio, el tiempo, la diversidad, el Estado y la modernidad, convirtiendo diversos fen-menos situados hasta ese momento al margen de la corriente dominante del marxismo, enconceptos tericos sugerentes para la poltica radical. Este prodigioso esfuerzo intelectualestaba respaldado evidentemente por la fidelidad de Lefebvre a aquellos conceptos fun-dacionales que encontr en Marx y Hegel y que ya hemos sealado: alienacin, praxis,hombre total y totalidad social. Conviene recordar, a este respecto, la nota que escribi so-bre l Perry Anderson en Tras las huellas del materialismo histrico(1986) reflexionandosobre la conversin de una gran parte de la intelligentsiafrancesa de tendencias marxistashacia variaciones de la Nouvelle Philosophie que sigui al Mayo del 68: Henri Lefebvre,

    el superviviente ms anciano de la tradicin ya comentada, ha continuado produciendouna obra imperturbable y original sobre temas normalmente ignorados por la izquierdasin doblegarse ni desviarse en su octava dcada. El precio de dicha constancia, sinembargo, fue el relativo aislamiento, en particular en el corazn del existencialismo, elestructuralismo y el post-estructuralismo. Pero, al igual que ningn cambio intelectual esuniversal, tampoco ninguna coyuntura es eterna (Anderson, 1986:33). Cuatro dcadasdespus de Mayo del 68, tras la aparicin lenta pero constante de sus reflexiones, que an-teriormente resultaron prematuras, en las libreras de habla inglesa, Lefebvre ha pasado deun relativo aislamiento a un relativo estrellato. Pero hay un precio para esta popularidadactual: Lefebvre no slo ha sido resucitado sino tambin rehabilitado por la academiaanglo-americana, de modo que ahora es presentable tambin ante el Banco Mundial yNaciones Unidas, eliminados demasiados rastros embarazosos de su antdoto contra la

    alineacin, el comunismo anarquista.

    Esttica y poltica

    Cualquier juicio sobre este asptico renacimiento de Lefebvre requiere una mirada alcontexto histrico de su nacimiento: el momento de modernismo delimitado por las dosGuerras Mundiales europeas, que estuvo cargado de una combinacin explosiva de pol-tica revolucionaria, arte radical y nuevas tecnologas. Lefebvre naci cerca de los Pirineos,en Hegetmau en el seno de una familia de clase media. En el momento de la RevolucinBolchevique tena 16 aos y era estudiante de filosofa. Termin sus estudios universitariosde Filosofa en la Sorbona bajo la direccin de Lon Brunschvicg y Maurice Blondel, antes

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    de unirse a principios de los aos 20 a un pequeo pero influyente grupo de intelectualescon inclinaciones artsticas y filosficas radicales, entre los que se encontraban Paul Ni-zan, Georges Politzer, Norbert Guterman, Georges Friedmann y Pierre Morhange. Juntosrealizaron una revista fundamental de ideas radicales llamada Philosophies, dedicada a lacrtica tanto del misticismo bergsoniano como de las formas del pensamiento racionalista-

    positivista que entonces dominaban la vida intelectual francesa. En el desafo a la ideologareinante lanzado por este grupo tambin conocido como los philosophes, el arte jugabaun papel protagonista, recurran al dadaismo y especialmente al surrealismo, lideradosrespectivamente por Tristan Tzara y Andr Breton. Junto a sus incursiones en Rabelais,Pascal, Schelling, Nietzsche y Freud, el surrealismo les sirvi como arma contra las rigide-ces racionalistas tanto de la mente como del mundo, de las que los marxismos oficiales dela poca tambin eran cmplices, puesto que tendan a concebirse como expresiones de laeconoma poltica y no como crticasde la misma.Sin embargo, Lefebvre encontr tambinuna limitacin en el surrealismo a este respecto, a pesar de su fuerza crtica-utpica prove-niente en gran parte de una interpretacin radical del concepto freudiano de inconsciente,por mantenerse en el nivel de la crticay no estar a la altura de una praxis revolucionaria.Es en aras de esta ltima que se uni al PCF en 1928 junto a sus compaeros philosophes,

    pasando una temporada entre rejas por oponerse con un manifiesto al ataque francs al Rifmarroqu en 1925. Mantendra el carnet del partido durante los siguientes treinta aos, y,durante el resto de su vida como intelectual y activista, conservara un enfoque dialctico-humanstico nutrido ms por el arte de vanguardia y la filosofa radical que por el marxismoeconomicista u ortodoxo en cualquiera de sus formas.

    Humanismo

    El evento terico decisivo para Lefebvre en el periodo de preguerra fue el descubri-miento tardo de los primeros trabajos filosficos de Marx, los manuscritos de Pars de1844. David Ryazanov era el director del Instituto Marx-Engels de Mosc cuando los des-cubri en sus archivos, tras lo cual fue destituido de su puesto y enviado a un campo de tra-

    bajo dos aos antes de su publicacin en 1932. Muri en 1938, por orden de Stalin, perolos Manuscritos econmicos y filosficosde 1844 de Marx, que salieron a la luz graciasa su esfuerzo ejemplar con la ayuda editorial de Lukcs, exiliado en esos momentos enMosc corrieron mejor suerte, debido fundamentalmente a tres pioneros del marxismooccidental, influidos profunda e independientemente por el joven Marx. Lukcs recuerdavvidamente en su prlogo de 1967 a Historia y conciencia de claseel efecto abrumadorque tuvieron los Manuscritos de Pars en su pensamiento, llevndole a revisar radicalmentesu tesis de la reificacin que deba ms a Hegel que a Marx, y a establecer una distin-cin entre los conceptos de objetivacin y enajenacin, oponindose a Hegel y siguiendoa Marx en la idea de que mientras la primera categora tiene que ver con un modo deexistencia consustancial al ser humano, la ltima denota una expresin particular de elladerivada de unas relaciones sociales opresivas. En 1932, la reaccin de Herbert Marcuse,entonces en Berln, a los manuscritos de Pars no fue menos sorprendente, cuando escribien Die Gesellschaftque estos escritos filosficos daban una nueva base a toda la teoradel socialismo cientfico2. En Pars, como seala Anderson, Lefebvre fue autor de lasprimeras traducciones de los Manuscritosa una lengua extranjera: su primera edicin deellos, preparada en colaboracin con Guterman, apareci en 1933; la primera obra tericaimportante que expuso una reconstruccin del pensamiento de Marx como un todo a la luzde sus Manuscritos de 1944 fue el Materialismo Dialcticode Lefebvre, escrito en 1934-35 (Anderson, 1979:66).

    2 Cit. en Anderson (1976)

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    El hombre total

    Para Lefebvre la praxis es la esencia de la dialctica. En consecuencia, gran parte dela segunda mitad de Materialismo Dialctico(edicin original 1939) presenta la elabora-cin del concepto de praxis. Lefebvre se basa aqu no slo en los manuscritos de Pars sinotambin en El Capital(1867), oponindose a los campos tanto del estructuralismo comodel humanismo en el mbito del marxismo, al defender que no existe una brecha episte-molgica entre los trabajos tempranos y tardosde Marx. Por el contrario, encuentra enMarx una notable consistencia, entendiendo en particular las secciones sobre la mercancade El Capitalcomo una aplicacin provechosa del concepto de enajenacin al modo deproduccin capitalista que genera no slo una economa poltica sino tambin una cr-ticade la economa poltica. El Estado y el capital se presentan en esta visin como formasde enajenacin humana y actualizaciones del trabajo inhumano. Lefebvre interpreta aqula seal dialctica de que el hombre no ha nacido an, que est todava en los doloresde parto de su nacimiento. Porque el hombre no es an ms que en y por su contrario:lo inhumano (Lefebvre, 1974a:112). En la produccin del hombre por l mismo queLefebvre toma como la base del humanismo, las formas inhumanas mediante las que la hu-manidad se realiza a s misma estn fundadas sobre una determinada praxis que tiene supropia estructura econmica y social que hay que sobrepasar para crear una praxisnueva (Lefebvre, 1974a: 119). La praxis en este sentido incorpora lo que Hegel cali-fica como Aufhebung(superacin) porque el humanismo total no se propone destruirlas relaciones sociales existentes, sino por el contrario, liberarlas de sus lmites. En estalucha por el hombre total Lefebvre sita el nfasis decisivo no tanto en la ciencia comoen el arte, que l no consideraba simplemente una expresin de los ms altos valores delpasado, sino tambin un trabajo productor liberado de los caracteres de la alienacin(Lefebvre, 1974a:122). An as era muy consciente de que aquello que debera ser fin ens (en trminos ticos) no es an ms que medio: la actividad creadora, la esencia huma-na, la individualidad (Lefebvre, 1974a:115). De ah el nfasis en la nocin dialctica dela alienacin que domina y resume la descripcin del hombre del devenir, es decir, eldrama histrico de lo humano y la significacin ltima de la praxis en la creacin del

    hombre total (Lefebvre, 1974a:119).El hombre total es el sujeto y el objeto del devenir. Es el sujeto viviente que se opone alobjeto y supera esta oposicin. Es el sujeto que est quebrado en actividades parciales y endeterminaciones dispersas y que sobrepasa la dispersin. Es el sujeto de la accin, y al mismotiempo el objeto ltimo de la accin. [] El hombre total es el hombre desalienado. [] Elfin de la alienacin humana ser la vuelta del hombre a s mismo. [] Esta organizacin dela comunidad humana no terminar la historia sino ms bien la prehistoria del hombre, suhistoria natural. [] Inaugurar el perodo verdaderamente humano, en el cual el hombredominado al destino intentar por fin resolver los problemas humanos: los problemas de lafelicidad, del conocimiento, del amor y de la muerte. (Lefebvre, 1974a:119-120)

    Qu es la revolucin?

    La cuestin ms recurrente en las contribuciones originales de Lefebvre al marxismo ya la teora crtica fue el concepto de vida cotidiana. Es el tema de su obra de tres volmenesCritique de la vie quotidienne (1947/58, 1961, 1981 - fechas de los originales franceses),de La vie quotidienne dans le monde moderne (1968a), y de lments de rythmanalyse(1992). Tambin juega un papel crucial en sus trabajos de postguerra sobre la modernidad,el espacio, la ciudad y el Estado. Lefebvre no oculta la centralidad de este concepto en suobra cuando define el marxismo como conocimiento crtico de la vida cotidiana, en elprimer volumen de Crtica de la vida cotidianaal unsono con Debord y los Situacionistas,con los que colabor estrechamente sobre este tema y otros relacionados con el urbanismoa principios de los aos 60 (Lefebvre, 1991:138). En Materialismo Dialcticoya es eviden-

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    te que la continua fascinacin de Lefebvre con la vida cotidiana surge naturalmente de sucompromiso creativo con los conceptos de alienacin y praxis:

    La praxis es el punto de partida y el de llegada del materialismo dialctico. Esta palabradesigna filosficamente lo que el sentido comn llama: la vida real esta vida que es a la vezms prosaica y ms dramtica que la del espritu especulativo. La finalidad del materialismodialctico no es otra que la expresin lcida de la praxis, del contenido real de la vida, ycorrelativamente, la Transformacin de la praxis actual en una prctica social consciente,coherente y libre. (Lefebvre, 1974:80)

    Esta formulacin anticipa cmo dieron forma al pensamiento de Lefebvre algunos mo-mentos reveladores de la praxis en la tradicin revolucionaria socialista: la Comuna de Pa-rs, la Revolucin Bolchevique y Mayo del 68. Tanto Lefebvre como los Situacionistas nosurgen a considerar la Comuna no simplemente como un evento poltico en trminos de lascategoras convencionales, sino ms bien como una revolucin del espacio urbano y de lavida cotidiana. Su estrecha colaboracin en este asunto les conduce a la conclusin radicalde que la prueba definitiva para la revolucin subyace en la vida cotidiana. De ah la clarapregunta en el segundo volumen de la Crtica de la vida cotidina:Qu quera Marx? Y

    su respuesta: Marx quera cambiar la vida cotidiana, porque, cambiar el mundo es sobretodo cambiar el modo en el que cotidianamente se vive la vida real. De hecho, Lefebvrellega hasta el punto de decir que la crtica de la vida cotidiana crtica radical orientada aalcanzar la metamorfosis de la vida cotidiana es la nica que ha retomado y continuadoel autntico proyecto marxista: reemplazar a la filosofa y realizarla (Lefebvre, 2002:35).

    Momentos y situaciones

    Lefebvre desde su posicin deprofesor carismtico de la Universidad de Nanterre es-tuvo muy implicado en los acontecimientos de Mayo del 68, al atraer multitudes a cursoscomo msica y sociedad y al contar entre sus alumnos con algunos de tendencias radicalescomo Daniel Cohn-Bendit. El magnfico relato de Kristin Ross Mayo del 68 y sus vidas pos-teriores(2002) expone la aguda percepcin lefebvriana de este hito del capitalismo tardo,

    la interpretacin de lo que result ser campo de batalla para la teora francesa post-1968a favor y principalmente en contra de la revolucin. Por lo tanto Mayo del 68 ofrece unamagnfica posicin estratgica desde la que observar no slo la intervencin de Lefebvre enl, sino tambin algunos rasgos innovadores de su pensamiento radical. Como apunta Ross:

    El campus funcionalista de Nanterre, inaugurado en 1964 y construido en las peores pe-riferias de inmigrantes de las afueras de Pars, proporcion a los estudiantes una leccindirecta en vivo del desarrollo desigual una experiencia diaria que Henri Lefebvre, sinir ms lejos, nunca se cansa de remarcar que fue la principal causa de Mayo del 68. Losestudiantes de Nanterre [] actuaron como catalizadores de formas de expresin, represen-tacin y movilizacin de trabajadores inmigrantes, claramente nuevas; en 1970, las huelgasde alquiler, las huelgas de hambre, las okupaciones, y otras luchas colectivas desconocidasantes de Mayo del 68, comenzaron a llevar a los inmigrantes a una confrontacin directa

    con el aparato del Estado. (Ross, 2002:95-96)

    Ross muestra aqu cmo el espacio urbano y la vida cotidiana constituyen Mayo del68, algo que Lefebvre fue el primero en examinar crticamente desde una perspectiva revo-lucionaria en LIrruption de Nanterre au sommet(1968b).Esta irrupcin fue tambin elmomento en el que pudo experimentar en primera persona sus teorizaciones sobre la vidacotidiana y el espacio urbano, apoyadas en el concepto de alienacin de Marx, con el fin dehacer una crtica dialctica de las formas de vida ejemplares de la postguerra francesa, comoformas especficasde dominacin y como recursos para la liberacin. Adems de apuntar ala necesidad de incorporar estas nuevas realidades de la vida cotidiana y urbana en la praxisrevolucionaria la investigacin sobre este tema incluye en su crtica de la vida cotidiana

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    y sus escritos sobre el Estado valiosos puntos de vista anticolonialistas (experiencias deinmigrantes) y proto-feministas (desglose por sexos del trabajo y el ocio) este textotam-bin presenta la definicin terica de momento.Tambin esto se debe a la implicacin deLefebvre en Mayo del 68, como l mismo recuerda grficamente en una entrevista con Ross:

    El viernes por la tarde, del 13 de mayo [] poda haber setenta u ochenta mil estudiantesdebatiendo qu hacer a continuacin. Los maostas queran ir a los barrios residenciales delas afueras [...]; los anarcos y los situacionistas queran ir a hacer ruido a los barrios burgue-ses. Los trotskistas eran partidarios de tomar rumbo a los distritos proletarios [], mientraslos estudiantes de Nanterre queran ir al Barrio Latino. Entonces unos cuantos gritaron,tenemos amigos en la Prisin de la Sant vamos a verles, y entonces la multitud comen-z a moverse [] hacia la Prisin de la Sant. Vimos manos saliendo de las ventanas, lesgritamos, y despus nos dirigimos hacia el Barrio Latino. Fue una casualidad. O puede queno lo fuera en absoluto. Deba de haber el deseo de volver al Barrio Latino, de no alejarsedemasiado del centro de la vida estudiantil Fue curioso, despus de una hora o dos dandovueltas, sin saber qu direccin tomar. Y entonces, en el Barrio Latino, estaba la televisin,estuvo hasta medianoche, eso es. Despus estuvo slo la radio, Europe No.1. Y sobre lastres de la maana dentro de una confusin completa, haba ruido por todas partes un

    tipo de la radio le pas el micrfono a Daniel Cohn-Bendit que tuvo la brillante idea dedecir simplemente: huelga general, huelga general, huelga general. Y ese fue el momentodecisivo; fue ah cuando comenz la accin. Eso fue lo que cogi a la polica desprevenida.Que los estudiantes causaran problemas, que hubiera un poco de violencia, algunos heridos,gases lacrimgenos, adoquines, barricadas y bombas: eso eran slo los nios de la burguesapasndolo bien. Pero una huelga general, bueno, eso no era asunto de broma. (Lefebvre &Ross, 1997:82-83)

    La vida cotidiana

    Considerando que la vida cotidiana es el terreno en que el momento germina y echaraces Lefebvre defini este ltimo como el intento de alcanzar la realizacin total de unaposibilidad (Lefebvre, 2002:348-57). Estos conceptos momento y vida cotidiana no

    son para l slo filosficos sino tambin sociolgicos, y se aproxima a ellos de una formainnovadora tras la guerra, como director de investigacin en el CNRS (Centre National dela Recherch Scientifique) y como profesor de las universidades de Estrasburgo y Nanterre.Fue en el transcurso de esta investigacin sociolgica cuando Lefebvre tambin desarrollsu novedosa interpretacin de la espacialidad de las relaciones sociales defendiendo latransformacin revolucionaria tanto del espacio como de la sociedad. Su clebre teorizacindel espacio y los subsecuentes escritos sobre el Estado, existen como tales en una relacinindisoluble con la vida cotidiana, que defini en un famoso pasaje:

    La vida cotidiana, en un sentido residual, definida por lo que queda cuando todas las ac-tividades diferenciadas, superiores, especializadas, estructuradas, se han extrado para suanlisis, se debe definir como una totalidad. Consideradas desde su especializacin y sutecnicidad, las actividades superiores dejan un vaco tcnico entre ellas que se rellena con la

    vida cotidiana. La vida cotidiana est profundamente relacionada con todas las actividades,las engloba con todas sus diferencias y sus conflictos; es su punto de encuentro, su vnculo,su terreno comn. Y es en la vida cotidiana donde toma forma y se configura la suma totalde las relaciones que hacen de lo humano y a cada ser humano un todo. En ella se ex-presan y realizan esas relaciones que ponen en juego la totalidad de lo real, aunque de ciertamanera que es siempre parcial e incompleta: amistad, camaradera, amor, la necesidad decomunicarse, el juego, etc. (Lefebvre, 1991:97)

    Esta perspectiva est claramente en deuda con la crtica clsica del arte de vanguardiaacerca de la separacin entre el arte (especializado) y la vida (cotidiana), que considera larevolucin como la deconstruccin de esta distincin con el fin de disolver el arte en la vida

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    y la vida en el arte, transformando ambos. Pero de la misma manera que el arte de vanguar-dia identific una relacin entre el arte y la vida que deba revolucionarse, tambin Lefebvredebe clarificar la posicin de la vida cotidiana en relacin con esos fenmenos especiali-zados manejados por expertos: el Estado (el objeto de la ciencia poltica), la economa (eldominio de la economa-poltica) o la cultura (la regin de la antropologa). Lo hace con

    una imagen sorprendente, defendiendo que todas las actividades no cotidianas (ms eleva-das) derivan de actividades cotidianas (residuales), cuando las primeras se convierten enexpresiones alienadas de las ltimas:

    Existe un clich que con cierto grado de justificacin compara los momentos creativos conlas cimas de las montaas y el tiempo cotidiano con la llanura, o con las marismas. La ima-gen que el lector encontrar en este libro difiere de esta metfora generalmente aceptada.Aqu la vida cotidiana se compara con el suelo frtil. Un paisaje sin flores o magnficos bos-ques puede ser deprimente para el paseante; pero las flores y los rboles no deben hacernosolvidar la tierra que los sustenta. (Lefebvre, 1991:87)

    La sociedad burocrtica del consumo controlado

    Lefebvre realiza un diagnstico de la colonizacin de la vida cotidiana por parte delcapital y el Estado mediante un concepto ya anunciado en La vida cotidiana en el mundomoderno(1968a) que rivaliza con el concepto ms conocido de Adorno y Horkheimer deindustria cultural: la sociedad burocrtica del consumo controlado. Desde una perspecti-va dialctica, lo cotidiano aparece como terreno de lucha, no como una causa perdida comolo presentara Heidegger. La vida cotidiana no puede caracterizarse nicamentecomo lasactividades residuales en relacin a las especializadas, porque una parte vital cada vezmayor de ella tambin se encuentra a la sombra de esas actividades ms elevadas. De ahla necesidad de definir la vida cotidiana adems como doblemente determinada tanto amodo de depsito residual como de producto de todas las actividades elevadas. Segnla penetrante interpretacin del filsofo Peter Osborne en The Politics of Time(1995),enel concepto de vida cotidiana de Lefebvre,encontramos la Buena, pero irrealizada uni-versalidad de una esencia genrica producida histricamente, y la Mala, abstracta perorealizada universalidad de sus formas alienadas (dinero, mercanca, Estado) (Osborne,1995: 191). La propia explicacin de Lefebvre de vida cotidiana (la vie quotidienne) enuno de sus ltimos ensayos, Quotidien et Quotidiennet(1987) vincula lo cotidiano (lequotidien) con lo primero, lo incompleto, asediado por el ser genrico realmente existenteutilizando el concepto de Marx, y la cotidianeidad ( la quotidiennet) con lo ltimo, lasformas homogneas, repetitivas [y] fragmentarias del ser cotidiano de la modernidad delcapitalismo tardo. Esto hace que la vida cotidiana sea contradictoria en esencia: Lefebvrela ve como una lucha entre su aspecto humano y su aspecto burgus. Del mismo modo,ninguna actividad especializada economa fetichizada, Estado burocrtico, cultura eleva-da, lrt pour lrt puede romper su estrecho vnculo con la vida cotidiana. Innumerablesseres humanos han sido torturados en innumerables conflictos, escribe Lefebvre, desdeque los procesos sociales (racionales) se desvincularon de la esfera de las relacionesinmediatas y directas entre individuos una esfera que est situada en la vida cotidiana(Lefebvre, 2002:210). En la medida en que lo no-cotidiano no puede dejar atrs del todo locotidiano, sin embargo, la lucha de lo humano contra lo inhumano que emana de la vidacotidiana se mantiene viva; y eso est en la naturaleza de la alienacin, tanto para el huma-nismo de Marx como para el de Lefebvre, que en lo inhumano vive lo humano:

    El ser humano [] estaba y sigue estando a merced de fuerzas que de hecho proceden delo humano y no son otra cosa que humanas pero desgarradas y deshumanizadas. Estaalienacin ha sido econmica (divisin del trabajo; propiedad privada; creacin de feti-ches econmicos: dinero, mercanca, capital); social (la formacin de clases); poltica (laformacin del Estado); ideolgica (religin, metafsica, doctrina moral). Ha sido tambin

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    filosfica: el hombre primitivo, simple, que viva al mismo nivel que la naturaleza,se divideen sujeto y objeto, forma y contenido, naturaleza y poder, realidad y posibilidad, verdad eilusin, comunidad e individualidad, cuerpo y conciencia. [] Con su vocabulario especula-tivo (metafsico), la filosofa es ella misma parte de la alienacin humana. Pero el ser humanoslo se ha desarrollado a travs de la alienacin. (Lefebvre, 1991:249)

    La revolucin urbana

    El inters de Lefebvre por el espacio se desarrolla a la par que sus investigaciones sobrela modernidad y la vida cotidiana, especialmente a medida que es consciente de cmo laurbanizacin constituye una mediacindecisiva de la sociedad del capitalismo tardo. Conesta constatacin propone una atrevida tesis: la urbanizacin ha sustituidoa la industria-lizacin como fuerza impulsora de la configuracin del capitalismo tardo. Por lo tanto esms adecuado llamar al mundo en que vivimos urbano,en vez de industrial, incidiendo encmo el espacio no es un mero contenedor ni una simple expresin de las relaciones so-ciales, sino un factor productivo y constitutivo de ellas. El espacio es un producto social; lasociedad se constituye espacialmente. Este punto de vista geogrfico radical de la mediacinsocio-espacial encierra un enorme significado para el marxismo, como tambin Debord su-

    braya en La sociedad del espectculo (1967): Si todas las fuerzas tcnicas de la economacapitalista deben ser comprendidas como operantes de separaciones, en el caso del urbanis-mo se trata del equipamiento de su base general, del tratamiento del suelo que conviene a sudespliegue; de la tecnologa misma de la separacin (Debord, 1967:171). Lo que Lefebvrellama el fenmeno urbano, en otras palabras, proporciona as una condicin esencial parala reproduccin del capitalismo tardo algo que no puede superarse sin revolucionar elespacio, reivindicando el derecho a la ciudad. Esa es la base para la lucha por una nuevaciudad, que para Lefebvre es tambin la lucha por una sociedad diferentecaracterizada porla mxima diferencia, que encontramos desarrollada en La revolucin urbana(1972). Esah donde Lefebvre subraya el rasgo formal supremo de lo urbano, la centralidad.

    Y qu crea [la ciudad]? Nada. Centraliza las creaciones. Y, sin embargo, lo crea todo. Nadapuede existir sin intercambio, sin aproximacin, sin proximidad, es decir, sin relaciones. Laciudad crea una situacin, la situacin urbana, en la cual las cosas diferentes influyen las unasen las otras y no existen distintamente, sino segn las diferencias. Lo urbano, indiferente acada diferencia que contiene es considerado a menudo como indiferencia confundida con lade la naturaleza, aunque se le aade cierta crueldad propia. Pero lo urbano no es indiferente atodas las diferencias, ya que precisamente las rene. En este sentido, la ciudad construye, libe-ra, aporta la esencia de las relaciones sociales: la existencia recproca y la manifestacin de lasdiferencias procedentes de los conflictos o que llevan a los conflictos. No ser sta la razny el sentido de este delirio racional que es la ciudad, lo urbano?. (Lefebvre, 1972:123-124)

    Entendida como esencia de las relaciones sociales, la ciudad centraliza el poder y lariqueza, constituyendo el locusde la lucha social. Respecto alproceso socio-espacial de ur-banizacin que constituye el terreno de esta lucha, La revolucin urbanaexpone la dialcticade la forma urbana como una implosin-explosin de la ciudad, en la que distintas manifes-taciones de la centralidad se crean y se destruyen. En este sentido, Lefebvre habla aqu de dosrevoluciones urbanas. La primera es la implosin creativa-destructiva de la ciudad tradicio-nal preindustrial y de su forma clsica de centralidad rodeada de murallas y experimentadaen las plazas, combinada con la explosin escalar de megalpolis policntricas y fragmen-tadas en la periferia, salpicadas con centros comerciales y surcadas por autopistas. En pocaspalabras: Son la burguesa comerciante, los intelectuales, los hombres de Estado, los quehan modelado la ciudad. Los industriales ante todo la han derruido (Lefebvre, 1972:134).La segunda revolucin urbana se refiere a la ciudadposible, an por realizarse mediante unatransformacin revolucionaria del espacio social del capitalismo tardo. Obviamente, estono significa que haya que volver de las autopistas y los centros comerciales a las plazas y

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    murallas, a pesar de los intentos del nuevo urbanismo de apropiarse de Lefebvre, que eraromntico, pero no nostlgico. Al igual que el comunismo era para Marx la superacin dia-lctica de la comuna primitiva que surgir mediante el paso por la lucha de clases, la ciudadrevolucionaria para Lefebvre representa la re-realizacin de la centralidad de la ciudad cl-sica en una forma superior, que surgir como superacin del proceso de destruccin creativa

    del capitalismo tardo, hasta alcanzar un espacio de encuentro radicalmente nuevo.

    Espacio y dialctica

    La Production de lespace(1974b) es la obra ms citada de Lefebvre, pero no la mejorentendida. Christian Schmid, experto suizo en Lefebvre, y autor de Stadt, Raum, Gesells-chaft: Henri Lefebvre und die Theorie der Produktion des Raumes(2005) tiene razn alindicar en su texto Henri Lefebvres Theory of the Production of Space (2008) que lamonopolizacin y reformulacin postmoderna de Lefebvre ocurrida en los aos 80 y90 en Estados Unidos ha contribuido a crear una gran confusin (Schmid, 2008:27-45).Al menos una parte de la dificultad de entender este inimitable libro subyace en la inmen-sa acumulacin de puntos de referencia tericos que proceden de prcticamente todos losmbitos de la formidable erudicin de Lefebvre. Su forma recuerda a la de lo urbano en s,dada la verdadera implosin-explosin de teoras que podemos atestiguar en l: Hegel,Marx, Nietzsche, la fenomenologa, la lingstica, la semitica, el psicoanlisis, la historiadel arte, la economa poltica, la sociologa, la antropologa y muchas ms disciplinas serefunden en el molde meta-filosfico de la dialctica tridimensional de Lefebvre. Por lotanto La Production de lespace no es una introduccin sencilla a Lefebvre; al contrario, esnecesario conocer la totalidad de su obra para entender este libro. Schmid es de gran ayudaen este sentido, pues clarifica las tres fuentes y componentes del libro que se despliegan enlos terrenos espacial, social y simblico: en primer lugar, una concepcin original de unadialctica tridica, errneamente denominada dialctica espacial; en segundo lugar, unateora del lenguaje fuertemente basada en Nietzsche, Roman Jacobson y otros, que enfatizalas relaciones entre las dimensiones sintagmtica y simblica, como se explica en detalleen Le langage et la socit(1966a) de Lefebvre; y en tercer lugar, una apropiacin sustan-cial de la fenomenologa francesa de Sartre, Maurice Mearleau-Ponty y Gaston Bachelard,adems de Heidegger. Estas son las fuentes de las que surgen los celebrados tres momentosde la produccin del espacio de Lefebvre: prctica espacial, representacin del espacio yespacio de representacin en el registro fenomenolgico, o espacio percibido, concebidoy vivido desde el punto de vista lingstico y semitico. La mayor fuente de confusin alrespecto tiene que ver, por supuesto, con la dialctica, y lo que se dice que Lefebvre hizo cono a ella. La mejor explicacin de este asunto la ofrece Schmid, exponiendo cmo Lefebvretrat de llevar la dialctica ms all de (la filosofa de) Hegel y (la praxis de) Marx, mezcln-dola con (la poesa) de Nietzsche, una explicacin que el mismo Lefebvre ofrece con mayordetalle en Logique formelle, logique dialectique(1947), Mtaphilosophie(1965) y Le retourde la dialectique(1986). La originalidaddel enfoque de Lefebvre subyace aqu en el aban-dono del modelo teleolgico de las frmulas tesis-anttesis-sntesis de Hegel y afirmacin-negacin-negacin de la negacin de Marx en favor de una dialctica que tiene su base entres momentos correlacionados simultneamente y de forma muy diversa como los depercibido-concebido-vivido en el espacio; meloda-armona-ritmo en la msica; sintctico-paradigmtico-simblico en el lenguaje; y as sucesivamente y que no son reconciliables.Contrariamente a la interpretacin postmoderna en realidad no hay nadaespecialmenteespacial en estadialctica, que podra ser igualmente musical, lingstica o incluso filosfica(Hegel-Marx-Nietzsche). Por muy fascinante que sea, esta dialctica tridimensional sigueplanteando un interrogante, no tanto sobre la excelente exgesis que hace Schmid de ella,sino sobre el propio criterio de Lefebvre. Porque esta operacin tridica tiene sentido sloen la medida en que los mtodos dialcticos de Hegel o Marx se puedan aprehender con

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    frmulas tan simples,en vez de mediante tentativas ms abiertas de teorizacin de la totali-dad socio-histrica y sus diversas formas de mediacin. La frmula tesis-anttesis-sntesis,ajena a Hegel, corresponde a una interpretacin generalizada pero limitada que suscita msel inters de los detractores de la dialctica desde Karl Popper a Gilles Deleuze; lo mismo sepodra decir sobre la afirmacin-negacin-negacin de la negacin, que en cualquier caso

    es ms sartreana que marxista. Como Lefebvre debe saber mejor que nadie, la dialcticadebera seguir frmulas slo en la medida en que lo haga la realidad de la que se ocupa;y quienes mejor la practican lo hacen de una manera nobasada en frmulas sino por labsqueda de una totalidad abierta mediante diversas mediaciones, como Adorno y Frederic

    Jameson, o incluso, como el propio Lefebvre en La Production de lespace. Para superaresta confusin dialctica puede ser preciso llegar hasta el punto de dar ms importancia altrabajo global de Lefebvre que a sus palabras concretas.

    Estado y revolucin

    Un elemento bsico para comprender el pensamiento espacial de Lefebvre gira en tornoal papel del Estado en la reproduccin de las relaciones de produccin del capitalismo tar-do a una escala expandida, a nivel mundial. Al abordar la cuestin de la supervivencia del

    capitalismo como un proceso socio-espacial, Lefebvre ofrece otra asombrosa contribucinal pensamiento radical, proponiendo una nueva concepcin del Estado, en particular en suobra de cuatro volmenes De ltat(1976-1978); sta sigue siendo el rea menos estudiadade su obra. Este trabajo, revisando las teoras del Estado desde Hegel a Mao a travs deStalin, demuestra la importancia del estudio del Estado como fuerza poltica dominanteque produce espacio social y que a la vez es producido por ese espacio. Al estudiar el Estadode esta manera, aade una dimensin espacial matizada a la teora marxista del desarrollodesigualms all de la concepcin clsica de Lenin, Trotsky y Luxemburg; y urbaniza espe-cialmente los conceptos de hegemona y Estado integral (Estado + sociedad civil) de Gram-sci, hasta revelar la presencia del Estado tanto en lo urbano como en la vida cotidiana. Elmodo de produccin estatal (le Mode de production tatique), el espacio-estado (lespacetatique) y la mondialisation (mundializacin) estn entre los principales conceptos que

    Lefebvre utiliza para pensar el Estado como una condensacin relativamente autnoma depoder y formas de racionalidad combinado con el capital en una voluntad implacable de

    producir y crecer, a la vez que anticipa los principales desarrollos geo-poltico-econmicosdel capitalismo tardo.En estos ltimos encontramos claramente una relacin socio-espacialopresiva, como indica Lefebvre en La Survie du capitalisme(1976):

    Al haberse convertido en poltico, el espacio social se encuentra por una parte centralizado yfijado en una centralidad poltica, y por otra especializado y parcelado. El Estado determinay solidifica los centros de decisin. Al mismo tiempo el espacio se distribuye en periferiasjerarquizadas en relacin a los centros, se atomiza. La colonizacin, que como la produccinindustrial y el consumo estaba en otros tiempos localizada, se hace general. Alrededor delos centros slo hay espacios sometidos, explotados y dependientes: espacios neocoloniales.(Lefebvre, 1976:84-85)

    La centralidad es para Lefebvre la forma esencial tanto del Estado como de lo urbano.Entendida dialcticamente, conduce a la cuestin de las relaciones centro-periferia; lo que asu vez arroja una nueva perspectiva sobre el colonialismo como modus operandi del podersocio-espacial en esta era de imperialismo postcolonial, en particular en la escala de la ciu-dad, que es utilizada como principal instrumento de globalizacin del desarrollo desigual.La concepcin del socialismo que tiene Lefebvre tambin se desprende de este pronsticosobre la centralidad, en relacin con el concepto marxista y leninista de decadencia delEstado, y se expresa en su apoyo a la autogestin. Este trmino reactiva, para utilizarla enla lucha contra el capitalismo tardo, la concepcin clsica de democracia socialista radicalde Marx elaborada en sus escritos polticos desde la Crtica a la Filosofa del Derecho

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    de Hegel(1844) hasta la Crtica al Programa de Gotha(1875) pero abandonada por elsocialismo de Estado, hecho que Lefebvre atribuye a Ferdinand Lassalle, definindole comoun hegeliano que crey que era marxista. Advirtiendo en contra de la cooptacin, y resis-tindose a las definiciones basadas en frmulas,Lefebvre considera la autogestin no comouna condicin, sino como el trmino para la lucha. En su ensayo Problmes thoriques de

    lautogestion (1966b), Lefebvre ya haba indicado las claves de esta lucha para constituir-se ella misma como un poder que no es el del Estado.

    Nunca debemos olvidar que la sociedad constituye un todo y no la suma de unidades ele-mentales. Incluso radicalizada, una autogestin que slo se organiza en unidades parciales,sin lograr la globalidad (le global), estar condenada al fracaso. [] El Estado de autoges-tin, que es el Estado en cuyo ncleo la autogestin ha llegado al poder, slo puede ser unEstado que se desvanece. En consecuencia, el partido de la autogestin slo puede ser unpartido que conduzca la poltica hacia su conclusin y al fin de la poltica, ms all de la de-mocracia poltica. [] Slo mediante la autogestin podrn los miembros de una asociacinlibre tomar el control de su propia vida, de modo tal que se convierta en su obra (oeuvre). Loque tambin se conoce como apropiacin, des-alienacin. (Lefebvre, 1966b:150)

    TotalidadLa revolucin ser total, o no ser. Esta conviccin de Lefebvre explica su considerable

    dedicacin al concepto de totalidad. Y por la frecuencia con la que lo invoca podra decirseque seala su ms profunda ymenospreciada aportacin al marxismo: una nueva teora dela totalidad. El concepto de totalidad en Lefebvre surge de la totalidad de su obra, si consi-deramos la unidad de sus tres mayores innovaciones temticas: lo cotidiano, lo urbano y elEstado. Cada una de ellas se relaciona con las otras dos con relaciones mediadas, de modoque juntas componen tres niveles de una totalidad tridica socio-espacial. Es decir, el con-cepto tradicional de mediacin en la teora marxista de la totalidad implica una visin de lasociedad como todo sistmico que consta de niveles analticos definidos, al igual que en lade Lefebvre. Pero si la primera entiende esto en relacin a alguna variacin de la dialcticamarxiana de base-superestructura, Lefebvre propone concretamente en el captulo Ni-

    veles y Dimensiones de La revolucin urbana una alternativa prometedora. Su totalidadtiene tres niveles de realidad socio-espacial: en la parte de arriba reina el nivel global delEstado (neo-dirigismo) y del capital (neo-capitalismo), compuesto por las fuerzas ms abs-tractas y universales del orden social; en el medio se asienta el nivel urbano,que sirve denivel mixto y mediador entre los niveles de arriba y abajo; en la parte de abajo est elnivel de la vida cotidiana (a veces llamado nivel del habitar o lo privado, cuando Lefeb-vre habla con el lenguaje de Heidegger).Cuando la racionalidad alienante de la sociedadburocrtica del consumo controlado gobierna el mundo, el nivel global de esta totalidadsocial proyecta su lgica en el nivel urbano, que lo traslada y luego lo introduce en el nivelde la vida cotidiana. El nivel urbano mediador en el que las racionalidades opuestas de loglobal y lo cotidiano chocan adquiere as una trascendencia poltica decisiva. De hecho, larevolucin para Lefebvre se fundamenta precisamente en la posibilidad de que lo cotidiano

    acte sobre lo urbano, y lo urbano sobre lo global. Una revolucin es posible, entonces, slosi el nivel de lo cotidiano y el nivel de lo histrico pueden interactuar (Lefebvre, 2002:119-120). De ah la contribucin fundamental de Lefebvre al pensamiento radical: no puedehaber una revolucin socialista sin una revolucin urbana, ni una revolucin urbana sin unarevolucin socialista, y ninguna de las dos sin una revolucin de la vida cotidiana.

    Qu va a pasar ahora con Lefebvre?

    Citando a Hegel de memoria en alemn, una vez Lefebvre afirm que lo conocidono es necesariamente reconocido, Was ist bekannt ist nicht erkannt [sic]) (Lefebvre,1991:15). El fragmento que Lefebvre estaba recordando del Prlogo de Hegel a su Fenome-

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    nologadice: Das Bekannte berhaupt ist darum, weil es bekanntist, nicht erkannt, loconocido en trminos generales, precisamente por ser conocido, no es reconocido (Hegel,2000:23). La cuestin es muy oportuna, aunque Lefebvre no se podra haber dado cuentade lo profticamente que estaba describiendo con estas palabras su propio destino en laacademia anglo-americana. Cmo puede ser a la vez popular y desconocido? Hay diversas

    explicaciones, algunas tienen que ver con el estilo idiosincrsico y la amplia variedad desus escritos. Los hbitos de lectura de la academia anglo-americana, que se circunscribennormalmente a una muestra de elementos diversos de distintos autores, y no a un estudioprolongado de obras completas, impiden un conocimiento holstico, en particular con unautor de tan amplio alcance como Lefebvre. En el mundo angloparlante, donde Lefeb-vre es entendido principalmente como un estudioso del espacio, las lecturas iniciales de suobra fueron sesgadas por las dos orientaciones tericas dominantes en los estudios urbanosposteriores a Mayo del 68: la economa poltica de los 70 y el postmodernismo de los 90.Ninguno de ellos estaba predispuesto para apreciar el alcance y la naturaleza de la interven-cin radical de Lefebvre. En la teora crtica por lo general, su crtica de la vida cotidiana escitada respetuosamente, pero aparece eclipsada por la Escuela de Frankfurt deconstruida, elGramsci descomunizado y el Benjamin mistificado de los estudios culturales postmodernos.

    Las primeras obras sobre Hegel, Marx y la dialctica tambin fueron eficazmente eclipsadaspor la presencia destacada de los aportes de Lukcs y Sartre en la concepcin del mundo quetiene el marxismo occidental, antes de ser superado en los 60 por Althusser. El temerarioeclecticismo filosfico de Lefebvre tambin contribuy a su injusta marginacin en una tra-dicin poltica que l estuvo empeado en rejuvenecer: el marxismo. Su estatus en el campodel conocimiento de Nietzsche o Heidegger es virtual y justificadamente inexistente, comoGeoffrey Waite indica acertadamente en su plemico Lefebvre without Heidegger, Le-febvre fue un lector de Heidegger a veces vido y siempre mediocre y descuidado, al queno le haca falta ser un lector atento para realizar sus apropiaciones productivas (Waite,2008:95). Nietzsche y Heidegger aparecen en la obra de Lefebvre de manera provocativa,s, pero en gran parte para proporcionar una dimensin potica a su crtica de la raciona-lidad estatista y capitalista, como una adicin eventual ms que como una alternativa a su

    humanismo hegeliano-marxista. Cules son entonces las perspectivas actuales de su crticade la alienacin, y de su llamamiento al derecho a la ciudad y la autogestin? Lefebvre noprotestara si dejamos la ltima palabra de esta cuestin a aquellos que estn comprometi-dos en unapraxisradical la lucha por arrancar un mundo verdaderamente humano delinhumano Planeta de Ciudades Miseria de la Era del Imperio3, que an pueden ampliarlos lmites del trabajo de Lefebvre, igual que l hizo con el de Marx.

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    Traduccin:Nerea Morn Alonso