Jean - Pierre Vernant. Crisis de La Soberaniìa

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  • 7/26/2019 Jean - Pierre Vernant. Crisis de La Soberania

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    La crisis de la soberana1.

    La cada del podero micnico y la expansin de los dorios en el Peloponeso, en Creta y hasta en Rodas, inauguranuna nueva edad de la civilizacin griega. La metalurgia del hierro sucede a la del bronce. La incineracin de loscadveres reemplaza en amplia medida a la prctica de la inhumacin. La cermica se transformaprofundsimamente: abandona las escenas de vida animal y vegetal y adopta la decoracin geomtrica. Divisinneta de las partes de la vasija, reduccin de las formas a modelos claros y simples, obediencia a principios de aridez

    y de rigor que excluyen los elementos msticos de tradicin egea: tales son los rasgos del nuevo estilo geomtrico.T. B. L. Webster llega a hablar, incluso, a este respecto, de una verdadera revolucin: en ste arte despojado,reducido a lo esencial, reconoce una actitud del espritu que, en su opinin, caracteriza por igual las demsinnovaciones del mismo perodo: los hombres han tomado conciencia ya de un pasado separado del presente,diferente de l (la Edad del Bronce, edad de los hroes, contrasta con los tiempos nuevos, vaciados en hierro); elmundo de los muertos se ha alejado, se ha separado, del mundo de los vivos (la cremacin ha roto el nexo delcadver con la tierra); se interpone una distancia infranqueable entre los hombres y los dioses (la personalidad delRey divino ha desaparecido). As, en muchos terrenos, una delimitacin ms rigurosa de los distintos planos de loreal prepara la obra de Homero, de la poesa pica que, en el seno mismo de la religin, tiende a descartar elmisterio.En este captulo quisiramos destacar sobre todo el alcance de las transformaciones sociales que ms directamentehan repercutido sobre los esquemas del pensamiento. El primer testimonio de tales transformaciones es el de la

    lengua. De Micenas a Homero, el vocabulario de los ttulos, de los grados, de las funciones civiles y militares, de latenencia del suelo, desaparece casi por entero. Los pocos trminos que subsisten, como basilus o tmenos, noconservan ya, una vez destruido el antiguo sistema, exactamente el mismo valor. Quiere ello decir que no hay entreel mundo micnico y el mundo homrico ninguna continuidad, ninguna comparacin posible? As se ha pretendido.Sin embargo, el cuadro de un pequeo reino como Itaca, con su basilus, su asamblea, sus nobles turbulentos, sudemos silencioso en segundo plano, prolonga y aclara, evidentemente, ciertos aspectos de la monarqua micnica.Cierto es que son aspectos provinciales que quedan al margen del palacio. Pero precisamente la desaparicin delnax parece haber dejado subsistir en forma simultnea las dos fuerzas sociales con las cuales haba tenido quetransigir su poder: de una parte, las comunidades aldeanas y, de la otra, una aristocracia guerrera, cuyas familiasms nobles conservan por igual, como privilegio del genos, ciertos monopolios religiosos. Entre esas fuerzasopuestas, que pone en libertad el hundimiento del sistema palatino y que en ocasiones van a enfrentarse conviolencia, la bsqueda de un equilibrio, de un acuerdo, har nacer, en un perodo de turbulencias, la reflexin moral

    y las especulaciones polticas que definirn una primera forma de sabidura humana. Estasophia aparece desde elalborear del siglo VII; va unida a una plyade de personajes bastante extraos, a quienes aureola una glora casilegendaria y que Grecia no cesar de celebrar como sus primeros, como sus verdaderos Sabios. No tiene porobjeto el universo de laphysis sino el mundo de los hombres: qu elementos lo componen, qu fuerzas lo dividen ylo enfrentan consigo mismo, cmo armonizarlas, unificarlas, para que de su conflicto nazca el orden humano de laciudad. Esta sabidura ser el fruto de una larga historia, difcil y llena de altibajos, en la cual intervendrn factoresmltiples, pero que, desde sus comienzos, se ha desviado de la concepcin micnica del Soberano para orientarsepor otro camino. Los problemas del poder, de sus fuerzas, de sus componentes, se lian planteado de pronto entrminos nuevos.En efecto, no basta decir que a lo largo de ese perodo la monarqua se ve despojada en Grecia de sus privilegios yque, aun all donde todava subsiste, cede de hecho el puesto a un estado aristocrtico; hay que agregar que esabasleia no era ya la monarqua micnica. El rey no slo ha cambiado de nombre; ha cambiado tambin de

    naturaleza. Ni en Grecia ni en Jonia, adonde ha ido a establecerse una nueva ola de colonos que huan de la invasindrica, se encuentran huellas de un podero real del tipo micnico. Aun suponiendo que la Liga jnica del siglo VIprolongara en la forma de un agrupamiento de ciudad estados independientes, una organizacin ms antigua en lacual los reyes locales reconocieran la soberana de una dinasta que reinaba en feso, se tratara de una supremacaanloga a la que Agamenn ejerce en la Ilada sobre reyes que son sus pares y cuya dependencia se limita al mbitode una campaa hecha en comn bajo su direccin. Distinto es, evidentemente, el predominio que impone en todomomento, sobre todas las personas, las actividades y las cosas, el nax micnico por intermedio del palacio.

    1Vernant, Jean Pierre. (1992). Los orgenes del pensamiento griego. Captulo III La crisis de la soberana. Barcelona,Espaa: Paids, pp. 5160.

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    En lo que se refiere a Atenas, nico punto de Grecia en que la continuidad con la poca micnica no se ha rotobruscamente, el testimonio de Aristteles, apoyado en la tradicin de los atidgrafos, nos presenta las etapas de loque podramos denominar el estallido de la soberana. La presencia, al lado del rey, del polemarca, como jefe de losejrcitos, separa ya del soberano la funcin militar. La institucin del arcontado, que Aristteles sita en tiempos delos codridas es decir, en el momento en que se embarcan para Jonia los aqueos de Pilos y los del Peloponesorefugiados en el tica, marca una ruptura ms decisiva. Es la nocin misma de arkh de mando la que sesepara de la baseia,conquista su independencia y va a definir el dominio de una realidad propiamente poltica.

    Elegidos al principio por diez aos, despus los arcontes son renovados cada ao. El sistema de la eleccin, aunqueconserva o trasunta ciertos rasgos de procedimiento religioso, implica una concepcin nueva del poder: la arkh esdelegada de ao en ao, en virtud de una decisin humana, de una eleccin, que supone enfrentamiento y discusin.Esta delimitacin ms estricta del poder poltico, que adopta forma de magistratura, tiene una contrapartida: labasleia se ve relegada a un sector especficamente religioso. El basilus no es ya aquel personaje casi divino cuyopoder se manifestaba en todos los planos; su cargo se limita al ejercicio de ciertas funciones sacerdotales.La imagen del rey, dueo y seor de todo poder, se reemplaza por la idea de funciones sociales especializadas,diferentes unas de otras y cuyo ajuste plantea difciles problemas de equilibrio. Las leyendas reales de Atenas sonsignificativas a este respecto. Ellas ilustran un tema muy diferente del que se encuentra en muchos de los mitosindoeuropeos de soberana. Para poner un ejemplo caracterstico, las leyendas reales escitas, relatadas por Herdoto,muestran en el soberano un personaje que se sita fuera y por encima de las distintas clases funcionales de que secompone la sociedad; puesto que las representa todas, puesto que todas ellas encuentran igualmente en l el origen

    de las virtudes que las definen, l no pertenece ya a ninguna. El rey es el nico que posee simultneamente las tresclases de objetos de orola copa de libaciones, el hacha de armas y el arado (reja y yugo), que simbolizan las trescategoras sociales (sacerdote, guerreros, agricultores) en que estn distribuidos los escitas, las actividades humanasque se contraponen en la sociedad se hallan integradas y unidas en la persona del soberano. Las leyendas de Atenasdescriben un proceso inverso: una crisis de sucesin que, en lugar de arreglarse mediante la victoria de uno de lospretendientes sobre los dems y la concentracin de toda la arkh en sus manos, lleva a una divisin de la soberana,al apropiarse cada uno de ellos exclusivamente de uno de los aspectos del poder, dejando los dems a sus hermanos.No se pone ya el acento en un personaje nico que domina la vida social sino en una multiplicidad de funcionesque, contraponindose unas a otras, necesitan de una distribucin y una delimitacin recprocas.A la muerte de Pandin, sus dos hijos se reparten la herencia paterna. Erecteo recibe la basilea, Bules, esposo deCtonia, hija de su hermano, toma la hierosyne: el sacerdocio. La basileia de Erecteo radica en el podero blico:Erecteo es un combatiente, el inventor del carro, muerto en plena batalla. Esta primera divisin no basta para

    reglamentar el problema dinstico. Erecteo deja, a su vez, tres hijos: Qucrope, Metin y Pandora. A partir de losdos mayores, fundadores de estirpes rivales, el conflicto por el trono salta de generacin en generacin hasta Egeo,sin interrumpir, por lo dems, un circuito regular de intercambios matrimoniales entre las dos ramas familiares.Segn lo ha demostrado H. Jeanmaire, la lucha de los quecrpidas y los metinidas expresa la tensin, en el senomismo de la basileia, de dos aspectos opuestos. Si se sita este episodio en el conjunto del relato sucesorio, secomprueba que la crisis dinstica descubre cuatro principios concurrentes en la soberana: un principioespecficamente religioso, con Butes; un principio de fuerza guerrera, con Erecteo, la lnea de los quecrpidas, Egeo(que dividir a su vez la arkhen cuatro, guardando para s todo elKratos)un principio vinculado al suelo y a susvirtudes: Ctonia, Pandora (a quien hay que relacionar con Pandora); un principio de poder mgico, personificadopor la diosa Metis, esposa de Zeus, y que interesa ms especialmente a las artes del fuego, puesta bajo la proteccinde Hefesto y de Atena, dioses de la metis, patronos de los artesanos. Se siente uno tentado de relacionar estos cuatroprincipios con las cuatro tribus jnicas que pueden haber tenido y los griegos se lo atribuyeron explcitamente

    valor funcional.Lo que el mito sugiere mediante el relato de un conflicto entre hermanos, la historia y la teora poltica loexpondrn, a su vez, en forma sistemtica, presentando el cuerpo social como un compuesto integrado porelementos heterogneos, de partes mirai o mere separadas, de clases en funciones que se excluyenrecprocamente, pero cuya mezcla y fusin, sin embargo, debe realizarse.Desaparecido el nax, que, por la virtud de un poder ms que humano, unificaba y ordenaba los distintos elementosdel reino, surgen nuevos problemas: cmo puede nacer el orden del conflicto entre grupos rivales, delenfrentamiento de las prerrogativas y de las funciones opuestas?; cmo puede una vida comn apoyarse enelementos dispares?; opara adoptar la frmula misma de los rficos, cmo, en el plano social, puede surgir louno de lo mltiple y lo mltiple de lo uno?

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    Poder de conflicto poder de unin, eris phlia: estas dos entidades divinas, opuestas y complementarias, sealancomo los dos polos de la vida social en el mundo aristocrtico que sucede a las antiguas monarquas. La exaltacinde los valores de lucha, de concurrencia, de rivalidad, se asocia al sentimiento de pertenencia a una sola y mismacomunidad, a una exigencia de unidad y de unificacin sociales. El espritu de agn, que anima a los genesnobiliarios, se manifiesta en todos los terrenos. En la guerra, antes que nada: la tcnica del carro ha desaparecido,con todo lo que ella implicaba de centralizacin poltica y administrativa; pero el caballo no asegura menos a suposeedor una calificacin guerrera excepcional; los hippis, los hippobots, definen una elite militar y, a la vez, una

    aristocracia terrateniente, ya que la imagen del caballero asocia el valor en el combate, el lustre del nacimiento, lariqueza en bienes races y la participacin de derecho en la vida poltica. Despus, en el plano religioso: cada genosse afirma dueo de ciertos ritos, poseedor de frmulas, de relatos secretos, de smbolos divinos especialmenteeficaces, que le confieren poderes y ttulos de mando. Todo el dominio del prederecho, en fin, que gobierna lasrelacione entre familias, constituye en s una suerte de agn, un combate codificado y reglamentado, en el cual seenfrentan grupos, una prueba de fuerza entre gene, comparable a la que disputan los atletas en las carreras de losjuegos. Y la poltica, a su vez, adopta tambin forma de agn: una justa oratoria, un combate de argumentos, cuyoteatro es el agora, plaza pblica lugar de reuniones, antes de ser un mercado. Los que se enfrentan con palabras, losque contraponen discursos, forman en esta sociedad jerarquizada un grupo de iguales. Como Hesodo lo har notar,toda rivalidad, toda eris, supone relaciones de igualdad: la concurrencia no puede darse jams si no es entre iguales.Este espritu igualitario, en el seno mismo de una concepcin agonstica de la vida social, es uno de los rasgos quecaracterizan la mentalidad de la aristocracia guerrera de Grecia y contribuye a dar a la nocin del poder un nuevo

    contenido. La arkh no poda ser ya la propiedad exclusiva de un individuo cualquiera; el Estado es, precisamente,el que se ha despojado de todo carcter privado, particular; el que, escapando a la incumbencia de los gene, apareceya entonces como asunto de todos.Las expresiones que utiliza el griego en este respecto son notables: dir que ciertas deliberaciones, ciertasdecisiones, deben ser planteadas, es to koinn; que los antiguos privilegios del rey, que la arkh misma, han sidopuestos es lo mesn, en el medio, en el centro. El recurso de una imagen espacial para expresar la conciencia de ungrupo humano adquiere de s mismo, el sentimiento de su existencia como unidad poltica, no tiene simple valorcomparativo. Refleja el advenimiento de un espacio social enteramente nuevo. Efectivamente, las construccionesurbanas no estn agrupadas como antiguamente en derredor de un palacio real, cercado de fortificaciones. La ciudadest ahora centrada en el gora, espacio comn, sede de la hesita koin, espacio pblico en el que se debaten losproblemas de inters general. Es la ciudad misma la que se rodea de murallas, para proteger y delimitar en sutotalidad el grupo humano que la constituye. All donde se alzaba la ciudadela realresidencia privada, privilegiada

    , edifica ella templos, que abre al culto pblico. Sobre las ruinas del palacio, en esa Acrpolis que consagrar enadelante a sus dioses, es la comunidad como tal la que se proyecta a s misma en el plano de lo sagrado, as como,en el plano profano, se realiza a s misma en la amplitud del gora. Este cuadro urbano define, de hecho, un espaciomental; descubre un nuevo horizonte espiritual. Desde que la ciudad se centra en la plaza pblica, es ya, en el plenosentido del trmino, unapolis.